Equipos de Programa Valoral

lunes, 4 de junio de 2012

Un par de interpretaciones de este libro.


La filosofía tan profunda que Franz Kafka da a esta narración se basa, entre otras muchas interpretaciones, en algo que está sucediendo desde un tiempo a esta parte: el egoísmo del ser humano, que en cuanto ve que la persona a la que más estima le tenía se convierte en algo raro (es decir, cambia su forma de ser o de repente empieza a interesarse por algo que antes nunca le había dado curiosidad), inmediatamente se despega de esa persona y deja de hacerle caso, la deja de lado y pasa a sustituirla por otra persona. Eso es algo que sucede a menudo: cuántos amigos se desean lo mejor en la vida y se hacen como de uña y carne, y de repente uno de ellos comete un error que al otro le hace daño y la relación se corta en seco, llegando a ignorarse el uno al otro.
Esa es una de las interpretaciones más obvias que se pueden hacer de la obra, pero hay cientos de interpretaciones diferentes, dependientes cada una del lector, como en todos los casos. También se podría interpretar como la resignación de una persona a que el resto del mundo la vea como una cosa rara, un bicho, que es exactamente la sensación que tiene Gregorio Samsa cuando ve que su familia deja poco a poco de hacerle caso, y sin embargo la vida continúa y tiene que plantar cara a su destino.
Todo esto narrado con un lenguaje culto y con una fluidez tal que permite al lector acabar con el relato en no mucho tiempo: aunque el libro tenga poco más de cien páginas (y cien páginas no se leen en un rato, quizá una hora como mínimo), se puede leer en poco más de una hora, lo que yo llamo una sentada. Y nos hace reflexionar a lo largo de todo el relato, lo cual es muy sano para nuestra mente y nuestra moral. De libros como éste, pues, hay que aprender en la vida. Para que luego haya gente que diga que los libros no sirven para nada…
Una buena novela. Pero no para que disfruten con su intriga o con su historia, sino para que capten su filosofía.